TEXTO PARA COMENTARIO.
2º BACH. NÚMERO 1
Implicarse no puede significar hacerle los deberes al
alumno. “El padre se tiene que poner en la posición del entrenador. Un
entrenador no corre con el jugador ni tiene que comer las mismas calorías, ni,
por supuesto, sufrir sus lesiones. Un entrenador tiene dos funciones
fundamentales: organizar y asesorar con el objetivo de mejorar el rendimiento”,
argumenta la psiquiatra Orlanda Varela.
Como ella opina la mayoría de
expertos. “Las tareas deben entenderse como un compromiso que el alumno debe
adquirir, pero sin precisar de la orientación constante de otra persona”,
recalca el equipo pedagógico del Liceo Francés de Madrid. En otras palabras,
codos sin nadie en la silla de al lado.
“Hacer los deberes con él genera
dependencia y si el niño tiene dificultades refuerza la idea de que no es capaz
de hacerlo él solo”, enfatiza Rodríguez Estévez, que coordina la página
www.preparadosparaaprender.com. “En Finlandia apuestan por el aprendizaje
cooperativo y los deberes en casa son individualizados, para ampliar o
investigar conocimiento. Si un niño va mal en lectura hace una actividad que
tenga que ver con eso. Si va mal en matemáticas, problemas...”.
“Pero hay muchas diferencias en la
posibilidad que tienen las familias de ayudar escolarmente a los hijos. Los
padres que tienen menor nivel de estudios solo pueden en los cursos inferiores
de primaria. Más allá, están perdidos. Y si intentan socorrer explicándoles
conceptos que ellos no aprendieron bien, pueden incluso empeorar las cosas”,
alerta Martín Criado, que trabaja en estos momentos en un estudio sobre
maternidad y clase obrera. Pregunta a las mujeres encuestadas por su rutina y
las madres le explican que dedican una o dos horas (dependiendo del curso) al
día a ayudar a sus hijos con las tareas escolares.
Muchos estudios -como el informe
PISA de 2009- demuestran que el rendimiento académico está muy asociado al
origen social del estudiante, la profesión de sus padres, la estructura de su
familia y, finalmente, el género. Es decir, existe un desequilibrio en las
oportunidades educativas. “Los padres con estudios superiores pueden ayudar a
sus hijos hasta cursos avanzados. Ello produce una enorme desigualdad por
origen social, que se acentúa a medida que se asciende de curso. A ello se le
suma, además, que las familias con más recursos materiales pueden contratar
academias o clases particulares”, se lamenta Martín Criado, autor de La escuela
sin funciones: crítica de la sociología de la educación.
“Es mucho más igualitario y eficaz
que los deberes se hagan en la escuela bajo la supervisión de profesores.
Mandarlos a casa genera desigualdad, al traspasar parte de la responsabilidad
de la instrucción a las familias. El colegio deja que actúen todas las
desigualdades de recursos culturales y económicos entre unos y otros”, cuenta
sobre su apuesta el sociólogo. “Que las tareas se hagan en el colegio es lo que
propone la nueva ley educativa que está preparando el Gobierno de François
Hollande”, prosigue esperanzado.
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